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SOBREVIVIR A LA TRAGEDIA

Ser joven se define como estar en la cresta de la vida.

La mayoría de las personas adultas añoran los momentos en donde sus responsabilidades eran menores. Los jóvenes que son conscientes de esto suelen ser racionales y toman decisiones correctas. Pero otros se sienten privilegiados por un superpoder autoadjudicado: ser indestructible. Este los lleva a vivir al límite y tomar riesgos sin importar las posibles consecuencias. Vivir “al borde del abismo” implica perder oportunidades y, en algunos casos, hasta la propia vida.

Un claro ejemplo de esto son los siniestros viales.

 

¿Notaste que todos los medios tienen algo en común? Las noticias de siniestros viales se representan vagamente como “accidentes”, casos aislados y superficiales e incluso las muertes de miles de personas se ven plasmadas tan solo en números.

 

¿Qué pasaría si todo esto lo escucharas desde las voces de los involucrados?

Historias de vida

Caía el sol y los rayos de luz desaparecían entre los árboles y las flores. Mientras esperábamos ansiosas, el vivero disfrutaba de la brisa del atardecer. El abanico de colores decoraban la vista y nos ayudaba a imaginar cómo sería conocer a Claudia, la protagonista de nuestra visita. Claudia perdió su pierna izquierda a los 28 años, tras un accidente motociclístico. 28 años que marcaron toda una vida por delante, proyectos iniciados, sueños imaginados. Llegaron a temprana edad preguntas que parecían obtener respuestas lejanas.

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Claudia llegó, y el pasillo que une su hogar con el vivero, fue testigo de su presencia. Ingresó acompañada de sus muletas, que le permiten movilizarse y andar con soltura. El saludo formal de presentación fue el inicio de un conmovedor encuentro. Claudia, sentada frente a la mesa blanca de hormigón, empezó a contarnos su historia de vida. Aquella historia que transformó su vida por completo y que se coló por nuestros poros, aumentando la emoción, la atención en sus palabras y la admiración por su fuerza.

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¿Cómo seguir? ¿Existía la posibilidad de continuar con una vida normal? Incógnitas, muchas incógnitas, con respuestas inciertas, que sólo con el paso de los años podría responder.

Los sueños, su motivo de superación

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Caía el sol y los rayos de luz desaparecían entre los árboles y las flores. Mientras esperábamos ansiosas, el vivero disfrutaba de la brisa del atardecer. El abanico de colores decoraban la vista y nos ayudaba a imaginar cómo sería conocer a Claudia, la protagonista de nuestra visita. Claudia perdió su pierna izquierda a los 28 años, tras un accidente motociclístico. 28 años que marcaron toda una vida por delante, proyectos iniciados, sueños imaginados. Llegaron a temprana edad preguntas que parecían obtener respuestas lejanas.

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Claudia llegó, y el pasillo que une su hogar con el vivero, fue testigo de su presencia. Ingresó acompañada de sus muletas, que le permiten movilizarse y andar con soltura. El saludo formal de presentación fue el inicio de un conmovedor encuentro. Claudia, sentada frente a la mesa blanca de hormigón, empezó a contarnos su historia de vida. Aquella historia que transformó su vida por completo y que se coló por nuestros poros, aumentando la emoción, la atención en sus palabras y la admiración por su fuerza.

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¿Cómo seguir? ¿Existía la posibilidad de continuar con una vida normal? Incógnitas, muchas incógnitas, con respuestas inciertas, que solo con el paso de los años podría responder.

La vida de Claudia, 24 años después

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Años después de su accidente, Claudia se casó y se convirtió en mamá de Elías y de Milagros, dos nuevas razones para seguir luchando. La maternidad fue el estado más pleno de su vida y, una vez más, las circunstancias le demostraron que ella sí podía. La contención de sus papás, de su esposo y la ayuda de sus amigos, fueron pilares fundamentales que no sólo sirvieron de sostén sino también de acompañamiento.

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Hoy, Claudia tiene 52 años y es Ingeniera Agrónoma, recibida en la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente, junto a David -su esposo- realizan paisajismo e instalación de sistemas de riego. El vivero es el sitio donde se sembraron los comienzos del proyecto familiar que continúa creciendo y fortaleciendo su vocación.

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Claudia se caracteriza por ser una persona energética, en permanente movimiento, y fue su energía la que le permitió continuar con el recorrido de la vida, disfrutando de los momentos emotivos de felicidad y de tristeza. “Siempre hay una salida”, es la frase que recordamos latente de ella, porque es a través de esa frase que transmite fortaleza, pasión por la vida, sus inmensas ganas de continuar.

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Escuchar su historia de vida nos permitió emprender un viaje, recorriendo cada unos de los altibajos vividos. Las lágrimas empañaron nuestros ojos mientras buscábamos la forma delicada de eliminarlas del rostro, para continuar escuchando el relato.

El hogar de Claudia está adaptado para que sus necesidades se puedan satisfacer de manera práctica y segura, facilitando su desempeño diario. Los vehículos de la familia están acondicionados para que Claudia pueda manejar sin ningún inconveniente. Como así también, los espacios del hogar son amplios y funcionales para promover un andar óptimo.

Profesorado, la vocación que ayudó a renacer

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Claudia es profesora en la Facultad de Ciencias Agropecuarias, en la cátedra de Botánica Taxonómica y en la Tecnicatura de Floricultura y Jardinería. Para ella, enseñar es recordar aquel momento en que el estudio fue su luz. Previo al siniestro, a la hoy Ingeniera Agrónoma le faltaban cuatro materias para recibirse, y una vez recuperada decidió retomar el último tramo que le faltaba para terminar. Encontró en el estudio la paz para acallar su mente, una herramienta que la ayudaría a salir adelante. A su vez, Claudia da clases para adultos en un CENMA (Centro de Enseñanza de Nivel Medio para Adultos) que se encuentra a pocas cuadras de su hogar, y es allí en donde encuentra la recompensa de la vida ante su discapacidad.

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El poder ayudar al otro, como lo hicieron con ella, le permite desarrollar las instancias de su vida de manera feliz. Escuchar sus palabras permitían reflexionar y observar con detenimiento cada una de sus enseñanzas.

Una arquera de la vida

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La tenacidad de su andar la llevó a deslumbrar en el mundo del hockey cordobés, deporte al que llegó como un pasatiempo y en donde entrena desde hace más de 13 años. Su voracidad le permitió enfrentarse en cada partido a su contrincante. Firme con el arco, demuestra en la cancha su ágil táctica de juego como arquera. Su vida, su profesión y el deporte reflejan el ritmo acelerado de vida que a ella le gusta desarrollar, y la forma en que consigue lograrlo. Claudia habla de su pasión por el hockey y la luminosidad de su rostro refleja su readaptación a la vida, su nueva relación con ella.

Todos los días, Claudia le da un paseo a su historia al recorrer su vida junto a la prótesis, aquella pierna ortopédica que le permite movilizarse sin inconvenientes y olvidar por un momento, que su pierna izquierda ya no está.

 

La fuerza de la unión

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Era una tarde calurosa, el sol penetraba el asfalto de la ciudad. Mientras esperábamos ansiosas la llegada de nuestro entrevistado, pensábamos en cada detalle para que él se sintiese cómodo.

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Siendo las 16, llegó Nicolás. Al cruzar por la puerta pudimos ver a una persona completamente sana a simple vista, a un joven milagro que traía consigo una fuerte historia para contar.

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Le ofrecimos algo fresco de beber mientras cómodamente accedimos al living para comenzar a conocer un poco más sobre su historia, sin imaginar la magnitud de lo que íbamos a escuchar.

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Nicolás tiene 20 años de edad y hace exactamente un año atrás sufrió un siniestro vial. Él comenzó a narrar su historia, nos expresó que el conocimiento de la mayoría de los sucesos ocurridos le habían sido contados por sus padres, amigos, médicos que lo asistieron y testigos del lugar del accidente. Esa misma tarde del incidente, donde fue embestido por otro auto, perdió la conciencia, ya que sufrió un traumatismo de cráneo con lesión axonal difusa.

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La tarde del 4 de diciembre de 2017, Nico se encontraba en la ciudad de Río Cuarto. Había asistido al egreso de uno de sus primos. Luego de haber pasado una tarde de festejo junto a sus amigos emprendió viaje para volver a su ciudad de origen, La Carlota.

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Mientras el sol caía, el joven viajaba de regreso a su hogar en un auto gris Chevrolet Cruze. Del carril contrario venía una fila de autos. Un conductor decidió pasar a todos los vehículos, sin percatarse del auto gris. Para cuando vio al otro vehículo, sólo pudo intentar evitar el impacto ocupando la banquina contraria, encerrando así el vehículo de Nico entre él y la fila de autos que no pudo esquivarlo, y empezaron a colisionar uno por uno.

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Un hombre perdió la vida en el accidente. Nicolás recibió choque tras choque hasta que uno de los impactos hizo que su auto quede atravesado en la ruta. El último impacto fue contra la puerta del conductor, haciendo que Nicolás se golpee la cabeza contra la estructura de su propio auto. Al sufrir el golpe, Nico quedó inconsciente y fue derivado de urgencia al Hospital San Antonio de la Carlota, donde fue asistido, le brindaron oxígeno y fue preparado para ser trasladado al Hospital público de Río Cuarto “San Antonio de Padua”.

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Su madre, al verlo, tomó su rostro y le susurró al oído que no tema porque su tarea principal ya la había hecho: había sobrevivido a la tragedia.

 

El cuerpo de Nico no mostraba heridas físicas externas de gravedad, sin embargo uno de los bomberos que lo asistió, al verlo, supo que necesitaba ser trasladado de urgencia.

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Hoy, Nico está sumamente agradecido con los profesionales que lo asistieron de inmediato.

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El camino de la recuperación

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Luego fue trasladado al Hospital Privado de Córdoba, donde pasó dos semanas en terapia intensiva, hasta que lo derivaron al FLENI (Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia), una entidad médica ubicada en Buenos Aires y dedicada en particular a las especialidades Neurológicas, Neurocirugía, Neuropsiquiatría, Cardiología, Cardiocirugía y Rehabilitación en adultos y niños.

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Allí estuvo dos meses en rehabilitación. Realizar ese tratamiento a tiempo fue clave para su recuperación.

El milagro

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Durante el trayecto hacia su recuperación, Nicolás fue contenido y acompañado por su familia y amigos. Su madre hablaba siempre con él mientras sostenía su mano, le transmitía amor y ganas de vivir.

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A un año del siniestro, Nico lleva una vida normal y sin secuelas físicas. Hoy, logra comprender la suerte que tuvo de sobrevivir. Y además, el papel fundamental que jugó el amor de su familias y amigos en su recuperación.

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Oír su historia y la de su madre nos ayudó a comprender que en situaciones como estas, no sólo la persona afectada es el que sufre el siniestro, sino que se trata de un cambio radical en la vida de cada integrante de esa familia. El sufrimiento, dolor, desesperación toca a todos por igual, pero a su vez las ganas de salir adelante, la fuerza del amor, la fortaleza y unión crecen tal como se puede ver en esta historia.

La palabra de su mamá

Los sucesos diarios, las noticias en diferentes medios, los números de víctimas acumuladas a tal fecha o en tal lugar, nos demuestran que ser ese “joven indestructible” no es más que una utopía.

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Las pantallas no son suficientes para mostrar la realidad de cada siniestro vial que ocurre a cada minuto en la provincia, el país y el mundo. Los números, lejos de disminuir y crear conciencia, entumecen. Sólo quienes han vivido un siniestro de cerca suelen luchar por seguridad y precaución, cuando es una problemática social y de todos. ¿Por qué esperar a estar dentro de una carcasa de metal oyendo el sonido de vidrios rotos o tener que sostener la mano de alguien sin saber si tendrá un futuro para empezar a tomar conciencia y cuidar la vida?

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Los siniestros viales son hechos sociales naturalizados, por lo que, ante situaciones que engloban sus características, actuamos con cotidianeidad. El siniestro vial no sólo afecta a las victimas, sino a toda una familia que debe cambiar su vida como consecuencia. También están las personas cuya misión es salvar estas vidas, y quienes luchan desde distintas posiciones contra una problemática que está lejos de aliviarse.

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Es necesario detenerse un momento y pensar, ¿Qué podemos hacer, desde nuestro lugar, para generar conciencia y lograr cambios? ¿Cómo evitar más dolor y lágrimas?

EQUIPO
Joven a bordo logo.png

Rocío Araya

Virginia Defilippi Maffioli

Julieta Galdeano

Paula Heredia

Guadalupe Kaek

Julieta Lungo

 Belén Márquez

 Marina Morán

Cintia Pasarin

Sol Pérez Gaudio

Valentina Sanchez

Sara Testore

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